lunes, 8 de octubre de 2012

SOBRE LO PÚBLICO

Aunque este es un blog centrado en la enseñanza, me ha sido imposible resistirme a hacer una serie de consideraciones sobre el conjunto de empresas, organismos, instituciones, etc... que dependen del Estado en cualquiera de sus representaciones: Nacional, Autonómico o Local. Esta Santísima Trinidad de lo público comparte en cualquiera de sus personificaciones unas características comunes. La principal de ellas es su FIN, en todas las acepciones de la palabra.

El primer FIN es servir al ciudadano, pues en democracia el poder es delegado por los ciudadanos en sus representantes mediante la celebración de elecciones libres. La soberanía reside en el pueblo español. Pero esta noble intención acaba pervirtiéndose y hoy, por obra y gracia de esta partitocracia que nos gobierna, lo público está al servicio del poder político. Este es el punto y FINal.

Nuestros políticos, en un alarde de irresponsabilidad y de desprecio hacia el sacrificio de los contribuyentes, acostumbran a despilfarrar el llamado dinero público (me detengo en despilfarrar, pero en mi mente hay otros verbos con connotaciones penales). Así, más temprano que tarde, los servicios públicos relegan a un segundo plano la función para la que fueron creados, anteponiendo los intereses de los trabajadores públicos al de la ciudadanía. En esta escala de valores públicos, lo público sirve, en primer lugar, al poder político, luego a los empleados y, por último, al modesto ciudadano, siempre dentro del estrecho margen que le dejan los dos anteriores.

Para apoyar mis tesis, no hay más que echar un vistazo a los convenios laborales de cualquier ente público. Además de disfrutar de sueldos más elevados que en cualquier convenio privado y de disponer de todo un rosario de ayudas, sorprenden las prebendas y privilegios con que cuentan los trabajadores. Da igual el "ente" que mires, todos compiten entre sí y se copian los unos de los otros. Y cuanto más cercano al político, peor para el contribuyente.

Les pongo un ejemplo. Cierta empresa municipal de limpieza, hablo de ésta como podría hablar de cualquiera otra de las ciudades que conozco, incrementa la retribución de sus trabajadores con doce complementos salariales distintos, ¡Tienen incluso una prima de compensación por no pedir anticipos de sueldo! Al salario base se le añade un 20% en concepto de plus de convenio (es decir, porque sí), y otro 20% más por cada día trabajado como plus de penosidad. Cobran una prima de actividad por Feria y Semana Santa, y pluses de transporte por acudir al trabajo en coche o en moto (¡Ole ahí ese ayuntamiento fomentando el transporte público!). Pero no acaba aquí la cosa. Además de tres pagas extras - primavera, verano y Navidad (el otoño debe sentirse tremendamente ofendido) - reciben una cuarta paga de 1.400 € ¡POR IR A TRABAJAR! El absentismo laboral llegó al 9'5%... según lenguas maliciosas a las que no creo, porque en las bajas se contrata a parientes de los enfermos. El dinero detraído por faltas al trabajo no se lo ahorra la ciudad, sino que pasa a una hucha que luego se reparte entre toda la plantilla. Por último, añadan permisos, ayudas, etc... Las lenguas viperinas anteriores afirman que, encima, como en el monarquía, el puesto de trabajo es hereditario. Sí, han entendido bien. Al parecer, cuando una trabajador se jubila puede dejar su puesto a un hijo/a o familiar cercano. Es lo bueno de no tener estudios. Si hubiera que estudiar una carrera para desempeñar la labor, digamos medicina, lo mismo no podría hacerse así. Les dejo un par de enlaces para profundizar en el tema. No dejen de leer las preguntas 2ª y 8ª de este, y especialmente el comentario nº 95 de una mujer que se queja de que en tiempos de su abuelo sólo contrataban (¿heredaban?) hombres, no como ahora, y que está luchando porque se le reconozcan sus "derechos" (digo yo que de sangre) a entrar en la empresa. En resumen, hoy se gana más barriendo las calles en ciertas ciudades que dando clase en un colegio. Y además, no te bajan el sueldo.

Estos convenios desorbitados nos llevan a la segunda característica común a cualquier cosa pública: su capacidad para ser ruinosa. Todo lo público es más caro que lo no-público. Cualquier empresa pública es menos eficiente en su gestión y más costosa que una entidad privada. Por tanto, ¿Qué defienden exactamente los autoproclamados defensores de lo público?

Una tercera cualidad del estado público es el fomento de la irresponsabilidad de los trabajadores. So pretexto de haber superado unas durísimas pruebas de selección, lo cual es falso en muchos casos, el empleado público no depende de los resultados de su trabajo para mantenerse en su puesto. Las administraciones del estado, en un intento de incentivar el celo laboral de sus trabajadores, suelen utilizar el palo y la zanahoria de los pluses por productividad. Pero el resultado suele ser unas plantillas sobredimensionadas, en otros casos ineficientemente dispuestas, y, por lo general, con un absentismo laboral por encima de la empresa privada.

En mi opinión, es fundamental que el futuro del empleado dependa de su rendimiento en el presente. Si se rompe esta motivación, la más elemental que existe, el trabajador asume su situación como un derecho personal a recibir un sueldo, ¿Alguien ha visto que el cajero de un banco se vaya a tomar café mientras una cola de clientes espera a ser atendidos? ¿O que un dentista deje plantado a sus pacientes para desayunar? Sin embargo, yo sí lo he visto en más de una ventanilla de organismos oficiales. El trabajador asume que sus derechos están por encima de sus obligaciones.

En último caso, es evidente que todo depende de las cualidades morales de la persona. Hay personas comprometidas con su trabajo y muy conscientes de su responsabilidad en todas partes, igual que al contrario. La diferencia estriba en que los ineficientes o relajados en una empresa privada llevan a la ruina, es decir, pagan por su desidia; mientras que en lo público no sucede así. Llegado el caso, Papá Estado echa un cable con los impuestos de todos.

Por último, hablaré de los procesos selectivos. En determinadas ofertas de empleo público, efectivamente, los candidatos deben mostrar en una oposición que están más capacitados que sus rivales para hacerse con el puesto. El Estado busca un modo aséptico y transparente de seleccionar a sus empleados basado en el mérito. Pero en otros casos, el proceso es oscuro y carente de las garantías mínimas exigibles, aunque sea formalmente impecable. Les cuento algunos casos:
  • En mi paso por la Universidad hubo algunos casos llamativos. Recuerdo que uno de mis profesores fue denunciado por publicar los trabajos de uno de sus doctorandos sólo con su nombre, sin mencionar al estudiante. Este clamoroso error, inexplicable para mí, dio lugar a que se sancionara al profesor, impidiéndosele dirigir tesis doctorales durante varios años. Para sorpresa de los estudiantes, unos meses más tarde dicho profesor era premiado con la cátedra.
  • Los peores profesores que tuve eran aquellos que se dedicaban a contar su vida en clase. Nosotros íbamos al aula a estudiar y ellos a presumir de sus logros pasados y presentes. Algunos de ellos reconocían públicamente que habían llegado a su puesto actual bajo el amparo protector de otro profesor, al que estuvieron ligados casi como siervos: empezaron limpiando el despacho y trayéndoles café, y luego medraron. Es más, estos profesores nos invitaban a seguir su ejemplo. Uno de ellos tuvo la desvergüenza de reconocer públicamente que asignaba un coeficiente de simpatía a sus alumnos, es decir, que hacerle la pelota pesaba en las calificaciones.
  • Uno de los catedráticos que me dio clase era un hombre controvertido, con mal carácter y sin pelos en la lengua. Era un hombre respetado por sus conocimientos, aunque sospecho que poco apreciado por sus compañeros. Un día llegó a clase muy enfadado. Había formado parte de un tribunal y ardía de rabia porque se había visto obligado a aprobar a un inepto. Recuerdo las palabras exactas con que narró sus pensamientos durante el proceso: "A este hombre se le supone un experto en este tema, pero es evidente que no sabe de lo que habla. Él debería saber que no sabe, pero si lo supiera no se habría presentado ante este tribunal. Conclusión: no tiene remedio, no sabe nada de nada." Presa del desánimo, nos confesó que esto era lo habitual.
  • Es evidente que la genética y el medio en el que se educa a una persona predispone a una elevada inteligencia y al éxito académico. Algún departamento era admirado por contar entre sus miembros a un nutrido grupo de parientes...
  • Uno de los casos más curiosos que conozco le ocurrió a un amigo y paisano, ingeniero informático con un expediente de matrícula de honor. En el ayuntamiento se convocó una plaza de informático y él quiso ganarla. La oposición consistía en un examen y una entrevista personal. En primer lugar, tuvo que pelear por ser admitido ya que la titulación exigida, FP, era inferior a la suya. Luego se enteró, como sucede en las ciudades pequeñas, que la plaza estaba dada, que aquello era una pantomima para revestir de legalidad el regalo que iba a hacer el equipo de gobierno local a un correligionario. Como no tenía nada que perder, se presentó. La primera fase la superaron tres personas: mi amigo, el enchufado y un tercero. En el tiempo transcurrido entre la publicación de las notas y la entrevista personal, resulta que murió repentinamente el que iba a ser agraciado, ¿Qué hizo el ayuntamiento? Anular la oposición, porque la cuestión no era encontrar a la persona más preparada, sino a algún otro afín al partido para colocarlo. Este amigo mío se resignó a buscar empleo en la empresa privada, donde subió como la espuma gracias a su valía. Hoy está muy bien situado, fue la ciudad quien perdió la ocasión de contratar los servicios de un excelente informático.
  • Pero sin duda, el caso que se lleva la palma está en los periódicos. Me refiero a la conocida como Ley del Enchufismo, por la que en Andalucía se han hecho funcionarios a 22.000 personas contratadas a dedo en empresas públicas. Busquen en internet y sorpréndanse de la desvergüenza.
Y todo siempre a costa del contribuyente, en un manifiesto menosprecio al esfuerzo que supone pagar impuestos.

¿Y qué pasa en la educación? Cumple a la perfección la escala de valores de lo público
  • El sistema educativo está al servicio del poder político, hecho que explica que con cada cambio de gobierno suframos una reforma educativa. Nuestros partidos son incapaces de consensuar entre ellos una ley educativa durarera en el tiempo, porque no les mueve el interés de los ciudadanos, sino que buscan adoctrinar. Esto es típico de los partidos de izquierda. Sobre las decisiones de la derecha, lean en el blog "Contri más, mejón". 
  • Aparte de adoctrinar, los partidos están interesados en presumir de lo bien que funciona el sistema educativo, que, junto a la sanidad, forma uno de los pilares del estado del bienestar. Así, ellos lo que buscan es mejorar la estadística, que no la formación real. En las pruebas de acceso libres, regalan descaradamente el título de la ESO o el acceso a Ciclos Formativos de grado medio. A los docentes se les persigue para que aumenten el número de aprobados. En la pública, además, se les ofrece 6.000 € cada cuatro años si mejoran sus porcentajes. Es la estrategia del palo y la zanahoria que comentaba antes, sólo que ahora también utilizan el palo de la inspección sin el reclamo del dinero. La pena es que luego llega el informe PISA y dejamos de ser Alicia en el País de las Maravillas.
  • El interés de los docentes públicos está por encima del interés de las familias. Así, hay administraciones autonómicas, como Andalucía, que deniegan concertar nuevas unidades so pretexto de que hay oferta de plazas en colegios públicos de la zona. De este modo, contra el derecho expresado en la Constitución, se obliga a las familias a escolarizar a sus hijos en centros públicos y se impide crecer a los colegios concertados pese a la demanda.
  • Como en todo lo público, las condiciones laborales son manifiestamente mejores en la pública. 
  • En un desprecio hacia las familias que prefieren una educación concertada, a las entidades que gestionan estos centros y a sus profesionales, el puesto escolar concertado está insuficientemente subvencionado. 
  • Una vez más, lo privado es más eficiente y económico que lo público. Esto explicaría los durísimos ataques que sufre la concertada por ciertos defensores de lo suyo.

¿Qué propongo?

Dice la wikipedia que:

" [ ...] El papel y el volumen del sector público dependen en gran parte de lo que en cada momento se considera interés público; ello requiere definir con antelación el ámbito de ese interés general. "

Pues esa es mi propuesta, definir claramente cuál es el interés general. Para ello, hay que invertir el orden de valores de lo público. En primer lugar, el interés ciudadano. Como contribuyentes, recibir servicios de calidad al menor coste posible. Como usuarios, libertad de elección. Ello permitirá que sea la propia demanda la que sancione quién o qué funciona bien, exponiendo a la desaparición a aquellas empresas, hospitales, colegios, etc, que no ofrezcan buenos servicios. Estas empresas buscarán contratar profesionales capacitados y competentes, pues de su buen hacer dependerá el futuro. El Estado debería ser el garante de las libertades y derechos ciudadanos, y no sustituir al ciudadano eligiendo por él lo que le conviene, como si las personas no contásemos con la madurez suficiente para saber qué queremos.

Pero esto sólo es posible desde la LIBERTAD, lo que implica poner coto a los omnipotentes partidos políticos de este país. En mi opinión, no alcanzaremos la libertad deseada ni recuperaremos el bienestar perdido hasta que no reformemos el sistema de elección de nuestros representantes.

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